Quienes nos quedamos en casa, y trabajamos en ella con nuestros niños, sabemos de sobra que desde que nuestros bebés abren los ojos nos espera un largo, larguísimo, día. Y para las madres que trabajan en oficina, la labor continúa al llegar a casa y al despertarse. Como cualquier persona, nosotras necesitamos un respiro, una actividad que nos relaje de semejante responsabilidad, y ese único respiro suele llegar por la noche. Robándole horas al sueño, nos dedicamos a escribir, a leer las noticias, a ponernos al día sobre la realidad, a conversar con alguna amiga, estar con nuestro chico... Por fin tener una vida propia, lo que no quiere decir que no amemos nuestra vida de madre. La noche llega, y es la ilusión para nosotras. Por fin diseñaremos, escribiremos, leeremos, jugaremos, revisaremos nuestro correo en PAZ. Pero... antes debemos hacer dormir al bebé: Él toma la teta... y es tan rico su olor, es tan suave su piel, es tan fantástico su revoloteo. Nuestro cuerpo se amolda ...
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