Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos.
De cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y de nosotros aprender a tener coraje.
Ser madre o padre es el mayor acto de
coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de
dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando
correctamente y del miedo a perder algo tan amado.
¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro?
Fue apenas un préstamo… el más preciado y maravilloso regalo, ya que son nuestros solo mientras no pueden
valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus
propias familias.
Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos.
(Cita atribuida a José Saramago)
Pero el descanso es un ser que llega cuando menos lo esperas, mientras vas colgando la ropa en el tendal, por ejemplo.
Esta es mi pequeña anécdota:
Después de un día largo, la nena se durmió por la noche, cansada. Al día siguiente, se despertó muy tarde. Pidió mil cosas, que si las fresas, la leche, el yogur, mientras yo las iba preparando... (Insaciables pedidos y encima con la tiranía de sus 3 años)
Después de comer, de pronto dejó de hacer ruido. Se había encerrado en la habitación.
Pensé mil cosas. Recordé los enchufes tan cerca del suelo. Las ventanas que se abren solas. O el armario, eternamente inseguro (todo es inseguro en la mente de la madre).
Al entrar encontré a la niña en el suelo, dormida... La tomé en mis brazos, y no despertó. La acosté en la cama mientras pensaba lo rara que es esa actitud. Verifiqué si respiraba unas ¿ocho veces? Qué vulnerable la vi. Le toqué la cabeza, no había fiebre. Consulté a mis amigas.
Examiné las fresas, olí la leche, remiré el yogur. Iba y venía de la habitación, incrédula, pensando qué es lo que se supone que debería hacer. ¿Debería "aprovechar" y sentarme un rato conmigo misma? ¿Leer unos de mis libros inacabados? Me pasé toda las dos horas, a su lado, oyendo su respiración. Tocándole la frente. Bensándole la mano. Oliendo su todavía olor de bebé, ahora cada vez más niño.
Sí, chicas, conseguí despertarla con mi preocupación. ¿Hay algún remedio para esta mamá gallina?
¡S.O.S de mí misma!
![]() |
"Dawn" (1921), por William Reid Dick |
Comentarios
Publicar un comentario