Sé que es una frase trillada, pero cómo pasa el tiempo... De pronto parpadeas y ya sabe decir perfectamente la letra "r". A mí la verdad me pone un poco triste, eso me parece sumamente raro, porque muchas veces me digo: "Ay, cómo quisiera poder ir a tomar un cerveza mientras le doy al abanico y pongo los pies en la otra silla...". De solo imaginarlo mientras friego los platos, dejo correr litros de agua y gasto la esponja ¡chin!
Lo real, sin embargo, es que uno va cediendo a su nueva condición (en mi caso ya no tan nueva) y va entendiendo que todos los días tenemos una preocupación nueva, pero acaso no es la velocidad con que pasa el tiempo lo que tira más fuerte de nosotras.
Quizá tenga muchas cosas que enseñarle a mi hija, se me hace difícil escribir todo lo que quiero para ella. Nunca he tenido ningún objetivo en la vida más que ser feliz y no molestar a nadie. Es obvio que he fallado. Me pasa como a todos: la vida pasa tan rápido y cuando volteas ya has perdido algo en el camino. La pregunta es ¿lo recuperarás?
Yo temo perder a mi niña y que la vida me vaya entregando por partes a la persona que es ella. Suena egoísta, ¿no? Pero es lo que siento.
En este egoísta sentimiento escribí un poema para ella. Sé que si se lo leo ahora le va a parecer un criptograma, así que es un poema para cuando ella pierda la fe, o sea de aquí en mucho tiempo.
Despacio y en desorden,
entre tus dedos desnudos
y tus cabellos saltarines,
voy haciendo un castillo
o una barricada...
según el castigo.
No hay súplica ni campana
que aquiete este temblor
de verte partir hacia el otoño
sin banderas y con la sonrisa puesta.
Es la noche y la velocidad de su sombra,
el estertor de su pequeño reflejo de estrella.
Todos vamos a la luz, pero
cómo no perder la paciencia
si fui
tu manta, tu pared, tu grito,
tu asombro, tu alimento y tu lluvia.
Si fui tu animal favorito,
un monstruo y la bruja.
Todos los días eres otra,
más parecida a ti misma.
Entonces, siento que alguien tira de mí.
Y soy yo otra vez de 5 años, con miedo
y al pie de la ternura, pidiendo tus brazos.
Lo real, sin embargo, es que uno va cediendo a su nueva condición (en mi caso ya no tan nueva) y va entendiendo que todos los días tenemos una preocupación nueva, pero acaso no es la velocidad con que pasa el tiempo lo que tira más fuerte de nosotras.
Quizá tenga muchas cosas que enseñarle a mi hija, se me hace difícil escribir todo lo que quiero para ella. Nunca he tenido ningún objetivo en la vida más que ser feliz y no molestar a nadie. Es obvio que he fallado. Me pasa como a todos: la vida pasa tan rápido y cuando volteas ya has perdido algo en el camino. La pregunta es ¿lo recuperarás?
Yo temo perder a mi niña y que la vida me vaya entregando por partes a la persona que es ella. Suena egoísta, ¿no? Pero es lo que siento.
En este egoísta sentimiento escribí un poema para ella. Sé que si se lo leo ahora le va a parecer un criptograma, así que es un poema para cuando ella pierda la fe, o sea de aquí en mucho tiempo.
Despacio y en desorden,
entre tus dedos desnudos
y tus cabellos saltarines,
voy haciendo un castillo
o una barricada...
según el castigo.
No hay súplica ni campana
que aquiete este temblor
de verte partir hacia el otoño
sin banderas y con la sonrisa puesta.
Es la noche y la velocidad de su sombra,
el estertor de su pequeño reflejo de estrella.
Todos vamos a la luz, pero
cómo no perder la paciencia
si fui
tu manta, tu pared, tu grito,
tu asombro, tu alimento y tu lluvia.
Si fui tu animal favorito,
un monstruo y la bruja.
Todos los días eres otra,
más parecida a ti misma.
Entonces, siento que alguien tira de mí.
Y soy yo otra vez de 5 años, con miedo
y al pie de la ternura, pidiendo tus brazos.
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